Introducción
Yuliya, una niña estupenda de
cinco años y de ojos azules, tuvo una infancia normal hasta cumplir el primer
año. “Para cuando cumplió el primer año nosotros habíamos notado que tenía
dificultades para estar de pie y que caminaba de forma extraña,” recuerda Vitaliy
Matyushenko, su padre. Pero nada les podía preparar para el terrible
diagnóstico que recibirían unos meses después: Yuliya tenía Atrofia Muscular
Espinal (AME) tipo II, una enfermedad rara
con una prevalencia de 1 de cada 6.000.
Se podría
pensar que la
historia de esta niña es única. Pero, no lo es. Yuliya padece de una enfermedad
rara (ER) que destruye los nervios que controlan los movimientos musculares. No
hay tantas personas que padecen de la misma enfermedad pero, ¿quién ha
entendido hablar de ellos?
Una enfermedad es rara cuando aparece
poco frecuentemente o raramente en la población, menor de 5 casos por 10.000
personas. Entonces, la mayoría de la población nunca va a enfrentarse con una
ER o padecer de ella. Además, la prensa y los medios de comunicación en general
no relatan la vida de estas personas. Basta con mirar el telediario donde se
habla del Ébola, contagioso, y nunca se habla de enfermedades raras o poco
frecuentes (EPF).
Afortunadamente, existen asociaciones
que ayudan a los pacientes y sus familias para ingresar dinero, buscar
soluciones para mejorar la movilidad de los pacientes e interpelar el mundo
político y medical. A pesar de esta ayuda por parte de las asociaciones, las
dificultades conocidas por los enfermos y su entorno son numerosas. En primer
lugar, en función del grado de discapacidad, los obstáculos varían en función de
las personas así como las cargas sociales que dependen del grado de
discapacidad. En segundo lugar, los afectados por una ER requieren una atención
específica para que exista una coordinación entre los diferentes niveles de poder,
desde el médico hasta el político. Por fin, los pacientes exigen que se tome
conciencia que todas las ER desembocan en problemas emocionales que refuerzan
el sentimiento de abandono o de discriminación ya que estas enfermedades incluso
son desconocidas por los profesionales médicos que no saben cómo afrontar el
tratamiento de estos enfermos.
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